domingo, 9 de febrero de 2014

Queriendo querer...




Certezas, seguridades, tener las cosas claras. O, búsqueda, dudas y salto al vacío. La vida se mueve buscando un equilibrio entre lo racional y lo pasional. No necesariamente la proporción es del 50%. Depende de la persona, del momento, de las circunstancias…
Es cierto que es el corazón lo que mueve mi vida, o lo que quiero que la mueva, pero también es verdad que ese tira y afloja entre razón y pasión es el que nos permite un equilibrio vital, un punto en el que mi vida no es una locura permanente pero tampoco un esquema fijo, un dibujo en el cual no puedo salirme de lo establecido.
Y según lo que se busque, uno necesita que su yo emocional crezca y le gane la partida al yo racional. Sí. Algunas decisiones requieren aparcar a un lado la razón y dejar paso al corazón. Algunos ámbitos de la vida necesitan un punto de locura, de riesgo.
Y cuando llega ese momento pueden ocurrir distintas cosas. Puede ocurrir que el corazón encuentre vía libre. Puede ocurrir que el yo racional sea demasiado grande e inunde la esfera emocional, no dejándole ninguna capacidad de iniciativa. Puede ocurrir también, que el corazón se encuentre aparentemente disponible, dispuesto a vivir ese momento, pero existan resistencias, esta vez del propio corazón: heridas que aún escuecen, miedos no superados… Porque sí, la memoria se encuentra también en el corazón.
Estábamos en el momento en el que necesitas que tu corazón funcione y seque (hasta cierto punto) a esa cabeza que se empeña en buscar razones, motivos… que se empeña en dar mil vueltas a los pensamientos, ahogando a un corazón con ganas pero sin hueco para desarrollar todas sus posibilidades.

Total, que cuando uno ha tenido el corazón anestesiado durante un tiempo pues luego cuesta dejar que sea el que lleve las riendas de la vida. Y sí, algunas circunstancias lo requieren. Querido corazón, ahora que despertaste, quiere y déjate querer. Sé valiente. Arriesga. Vibra. Sueña. Ama, ama y ensancha el alma.